Arte Gótico

El arte gótico se inició en el Norte de Francia durante el siglo XII. Rápidamente, a finales de ese siglo, empezó a difundirse por Europa. Fue el estilo de la Europa Occidental y Central durante los siglos XIII, XIV y XV.

En este último se batía ya en retirada frente al Renacimiento en Italia. En el siglo XVI siguió empleándose aún en muchos lugares junto con el Renacimiento cada vez más pujante. En Europa el área del gótico es más extensa que la del románico; además, llegaron sus influencias a Oriente con las cruzadas, y los españoles y portugueses lo utilizaron en sus primeras construcciones en América.

Arquitectura

Se cubren los edificios con bóveda de crucería de ojivas, que concentra su estructura en un costillaje de nervios reforzados que se sostienen mutuamente y descansan sobre pilastras. De las pilastras salen contrafuertes exteriores que adoptan la forma de arcos (arbotantes) apoyados en estribos.

Las bóvedas más sencillas tienen tramos sobre planta cuadrada o rectangular, con cuatro arcos laterales y dos en diagonal; luego aparecieron otras más complicadas, al agregarse nervios hasta formar complejísimas estrellas.

El arco gótico típico es el apuntado u ojival; es en realidad un arco doble: dos trozos de circunferencia que se cortan por su parte mas elevad. El templo sigue siendo de planta de cruz latina, con una, tres a cinco naves. Con girola si hay más de una nave, que puede ser doble si las naves son cinco. La nave central es bastante más alta que las restantes, y a menudo las laterales tienen planta baja y un piso formado por una galería (el triforio) que da sobre la central. Si la forma de cruz es visible desde el exterior, la planta se llama de cruz; si solo se nota en la bóveda, la planta es de salón.

La estructura de los edificios góticos permitió abrir en las paredes enormes ventanales. Los cerraron con vidrieras pintadas, que de paso dieron colorido al interior. Ventanas, galerías, paredes y torres se adornaron con estatuas, relieves y piedra calada.

La fachada principal de los templos góticos solía tener tres puertas, con tímpanos apuntados y arquivoltas. Sobre las puertas se abrían ventanas: la del centro, el rosetón, de forma circular. Encuadraban la fachada los cuerpos de dos altas torres para los campanarios. La catedral de Milán constituye un buen ejemplo.

Evolución del gótico

El mejor conjunto de templos góticos en Francia está en el Norte; es gótica la catedral de París, así como las de Chartres, Reims, Amiens.

En la cuenca del Rhin destacan las de Estrasburgo (Francia) y Colonia (Alemania).

En Inglaterra, las iglesias de Salisbury y de Westminster. En Italia, la catedral de Mil án, En España, la Iglesia de Santa María del Pilar, en Barcelona.

El primer gótico es más serio, menos atrevido, más macizo. Los monjes del Císter, sus propagadores, querían que se desterraran la decoración y el lujo de los últimos tiempos del románico.

En el siglo XIII el gótico alcanzó sus estructuras fundamentales.

Con el tiempo se hizo más frágil, más luminoso; las columnas se adelgazaron, las bóvedas se cubrieron de caprichosas nerviaciones y de piedra calada, cuyos adornos geométricos apuntados, llenos de curvas ovaladas, han dado un nombre al último gótico: flamígero, parecido a la llama.

Escultura y pintura

Estatuas y relieves abundan en el templo gótico: en los tímpanos y arquivoltas de las puertas principales y los cruceros; en los capiteles de las columnas, en los retablos de los altares, en las sillerías del coro. Se ha dicho con razón que algunos templos góticos dan un resumen de la Biblia en imágenes.

La escultura gótica es más real que la románica: la Virgen con el Niño o Cristo en la cruz pierden rigidez y ganan humanidad; las formas de caras y vestidos están estudiadas del natural.

Sigue sin cultivarse apenas el paisaje ni la perspectíva. Estatuas y relieves se trabajan como algo complementario de las formas arquitectónicas. La pintura, muy poco usada en paredes y retablos, se refugió en los códices y en las vidrieras, sin atender a la perspectiva. Un códice interesante es el de los Evangelios de la Santa Capilla, y el cuadro la Adoración de los Reyes, de Stefan Lochner.