Arte Barroco

El barroco es un «renacimiento» con abundancia de complejos adornos y con afición, en pintura y escultura, a la emotividad, al dramatismo, al movimiento complicado.

En arquitectura las rectas se vuelen curvas y quebradas; las columnas retuercen sus estrías en espiral, es la columna salomónica.

Las plantas de los edificios dejan el rectángulo y el cuadrado por superficies más complicadas.

En escultura y pintura domina el expresionismo: se representan actitudes emotivas.

En pintura, mientras unas escuelas prefieren llenar sus cuadros con escenas desbordantes de lujo y acción, otras prefieren ahondar en el realismo individual y escueto.

El barroco triunfó en Europa a través de todo el siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII.

En Italia, Jian Lorenzo Bernini (1598-1680) sobresalió en arquitectura. Adornó el baldaquino que levantó en el crucero de San Pedro del Vaticano, sobre el altar mayor. También es suya la monumental columnata de la plaza de San Pedro del Vaticano.

En escultura, dejó obras de gran intensidad dramática, con gran sensación de movimiento. Tal ocurre en el Éxtasis de Santa Teresa.

Con Caravaggio (1571-1610) triunfó el tenebrismo; en un fondo muy oscuro resaltaban imágenes fuertemente iluminadas desde un lugar determinado, con fuertes contrastes de luz y sombras. Entre sus cuadros sobresalen Vocación de San Mateo y el Entierro de Cristo.

En Flandes, los pintores cultivaron los temas religiosos y mitológicos. Peter Paul Rubens (1577-1640), su principal representante, pone en sus cuadros coloridos claros; sus figuras, muy carnosas, se contorsionan en ondulantes formas. Entre sus obras se destacan El descendimiento, de la catedral de Amberes, la serie de lienzos que narran los Triunfos de María de Médicis.

Anton Van Dyck (1599-1641), otro pintor flamenco, nombrado pintor del rey de Inglaterra, fue discípulo de Rubens. Excelente retratista, entre sus mejores cuadros están algunos del rey inglés Carlos l.

En Holanda triunfaron los temas costumbristas, las escenas de la vida de cada día, el retrato y el paisaje.

Rembrandt (1606-1669), que pasó casi toda su vida en Amsterdam, se destacó por la mezcla muy peculiar de luces y sombras en sus cuadros. Por ejemplo la Lección de anatomía, La ronda de noche.

En España, los edificios más representativos del Barroco son ya del siglo XVIII. Destacan Pedro de Ribera (1681-1742) con la fachada del Hospicio de Madrid. Narciso Tomé (16901742), quien esculpió la fachada de la Universidad de Valladolid.

En escultura, Gregorio Hernández (15761636) o Fernández realizó obras muy logradas de la Pasión de Cristo, como el Cristo Yacente, La Piedad.

En pintura aparece Domenico Theotocopulos (1541-1614), llamado El Greco, nacido en Creta pero establecido en Toledo, España. Sus cuadros tienen un colorido muy personal, con figuras alargadas que los distingue. Entre sus obras sobresalen Expolio, El caballero de la mano en el pecho, el entierro del conde de Orgaz.

José de Ribera (1591-1652) pintó lienzos de asunto religioso, como el Martirio de San Bartolomé, Martirio de San Sebastián.

Francisco de Zurbarán (15981664) es un pintor de frailes, siendo muy notables sus cuadros del monasterio de Guadalupe, como Aparición de Jesús al padre Salmerón, Santa Casilda.

Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682) pintó escenas religiosas y alegres, como Vírgenes con el Niño. Otros lienzos son Niños comiendo melón, La Sagrada Familia con el pegueño pájaro.

Diego de Silva Velázquez (1599-1660) destaca por pintar la sencilla realidad, siendo realista a ultranza. Retrató a Felipe IV, al Conde Duque de Olivares. Otros títulos son la Fragua de Vulcano, Cristo en la cruz.

En Francia, la arquitectura barroca tuvo escaso éxito. En cambio, se construyó, en el llamado estilo Luis XIV, un Renacimiento fastuoso y monumental, pero con sobriedad de líneas y dominio de amplios espacios planos.

La obra más completa de los tiempos de Luis XIV es el palacio de Versalles, enorme mole con una parte central y dos extensas alas, trazado por Mansart.

El interior, decorado bajo la dirección de Le Brun, tiene abundancia de luz, espejos, mármoles, cuadros, tapices. Los jardines forman varios terraplenes enlazados, con fuentes, estanques y estatuas.


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